2.25.2010

Capítulo ineludible, en la Radio cubana

Fue una pléyade, de jóvenes y niños, quienes hicieron emerger y luego germinar desde fines de los años 70 e inicios de la década del 80, del pasado siglo, desde CMDF, Radio Granma, de Manzanillo, un germen que luego se enriqueció y se ha multiplicado, hasta generalizarse en la Radio Cubana contemporánea, existen testigos del acontecimiento.
En ese lugar, a poco más de 800 kilómetros, al este de La Habana, inquietos muchachos, llegaron a conclusiones por sentido común, a partir de un familiar quehacer, sin condiciones técnicas ni remuneración, solo por puro amor y entusiasmo juvenil-infantil.
Llevaban a la práctica sus sueños, de hacer una radio no convenida, abierta, alegre, de participación popular, donde se creara minuto a minuto en vivo, sorprendiendo con tino al oyente, para que mantuviera la sintonía.
Toda una fantasía, herencia de unas muy sólidas tradiciones culturales locales.
Estudiantes de la segunda enseñanza y preuniversitaria, los padres de esos educandos, médicos, sicólogos, ingenieros, músicos, artistas plásticos, hombres de letras, chóferes de autobuses, bodegueros, entre otros, fueron parte activa de aquel proceso, cuyos fundamentos hicieron sustanciales y decisivos aportes al cambio que luego sufrió la radio en Cuba.
Trabajaban estimulados, porque la militancia revolucionaria e indómita intelectualidad del terruño, no permitieron, bajo ningún concepto, que se le cambiara el nombre a la emisora, con el objetivo de identificar a la mismísima cadena provincial.
El grupo
Esa tropa no tenía nombre, ni fue creada por organización de ningún tipo. No daba reuniones para convocar a hacer las cosas, tampoco se vetaba a nadie por religión, creencias políticas o sexuales.
Los que no coincidan con la mayoría en pensamientos, hacían mutis por decisión propia.
Sus técnicas de persuasión eran rudimentarias, poco científicas, pero respetaban los espacios y la afinidad personal, no había celos profesionales, ni eran perfectos, nadie tenía intenciones hegemónicas.
Cuando alguien llegaba al caluroso estudio y se estaba trabajando en él, se sentaba con humildad en un rincón, dentro o fuera de la cabina, hacían silencio, muecas, escuchaban, se enroscaban en el suelo, a pesar de poseer licencia no escrita para interrumpir la creación.
Cuando no podían más, hablaban, entonces ocurría una tormenta de ideas, supimos después que aquello se llamaba así.
No existía el lastre que provoca la unanimidad de criterios, por eso, además, se hizo futuro.
Peligrosas aventuras, sin traidores a la patria
Niños de la enseñanza primaria se echaban bajo el brazo la Consola PKP 11 y un adolescente alocado, se trepaba a un poste del tendido eléctrico, para hacer un empalme y lanzar un colgante telefónico, a manera de bajante para el control remoto, ninguna autoridad se lo impedía.
La Aviación agrícola prestaba una avioneta, para que alzáramos a un locutor o periodista para trasmitir, un gran y muy masivo acontecimiento político popular.
Los equipos transmisores y receptores del puerto pesquero y de los radioaficionados locales, estaban a la disposición de la emisora y se instalaban en el jeep del corresponsal de Juventud Rebelde de la provincia.
Igualmente, en un carro de algún organismo o carroza fúnebre, si no había entierros, lo importante era que tuviera cuatro ruedas, un chásis, batería y si no caminaba, empujábamos o remolcábamos, así era el nivel de sana locura, de confabulaciones.
Siempre alguien tenía una vara o palo largo, muy largo, era capital, debía alejarse el tendido eléctrico de la punta de la antena de esos equipos, para no electrocutarse.
Cuando aquello, en la URSS, no se había expedido a Cuba el auto Niva, que luego hizo famoso el Caballero de la Calle, Don Carlos Rafael Jiménez, una voz y experiencia aún utilizable y echada al olvido.
Cuando los conductores de un ómnibus, auto, tractor, moto o bicicleta, veían atravesado un cable, con un niño sentado cerca, en cualquiera calle, camino o carretera, se detenían sin previa orientación, para no pasarle por arriba y ¨cortar¨ la transmisión del programa de radio.
También, hubo apoyo y confabulación política. Nilda Lamelas, Ideológica del PCC Municipal, pedagoga de profesión y comunista a matar, no era de las que cuidaba su oficina.
Nos permitía hacer, pero regañaba con el amor y la simplicidad de Celia Sánchez Manduley.
Aquellas ¨indisciplinas¨, se amparaban igualmente en la connivencia del equipo transmisor de AM, con una raquítica potencia de solo medio kilo.
Asimismo, en otra coyuntura particular: los directivos del ICRT en la capital provincial y otras autoridades a ese nivel, estaban muy concentrados en la radio de la provincia, que continuaba, en sentido general, bajo los patrones de aquellos tiempos.
Ciertamente, niños y jóvenes, por desconocimiento, violaban todas las medidas de seguridad física y las normas de comunicación nacional e internacional, entre otras disposiciones legales, gravadas administrativa y penalmente, en favor de aquel gran romance popular y de amor a la radio.
A fin de cuenta, pensábamos, ningún disciplinado o figura que pueda ser canonizada, hizo la actual Revolución.
Indisciplinado fue Céspedes, con su gesto altruista de La Demajagua, también Fidel, el 26 de julio de 1953 y cuando ordenó desamarrar un Granma sobrecargado, en medio de un mal tiempo, desoyendo a las autoridades portuarias yucatecas. Luego se disciplinaron, nosotros también.
De aquel grupo, actualmente, hay ilustres y famosos que continúan en la radio, otros se hicieron médicos, ingenieros, maestros, artistas, periodistas, pertenecen a las FAR, cumplieron misiones internacionalistas y hasta ocupan altas responsabilidades en el primer anillo de la seguridad personal, del Comandante en Jefe.
Ninguno ha traicionado a la Revolución, tampoco la traicionará, lo afirmo.
El hombre que revolucionó la radio en Cuba, a inicio de los años 80
José Luis García Barbán, son los nombres y apellidos de la persona que concibió y llevó a la práctica la programación radial abierta, generalizada desde hace varios lustros en el país, su humildad es tal, que nunca ha reclamado ese trascendental mérito, endilgado a otros.
Apostaban por una tira radial no rígida, fragmentada habilidosamente, para permitir que la noticia no tuviera que esperar horarios y se diera cuando ocurriera, existieran breves momentos de humorismo, con spot que llevaran al oyente a manera de flechazos y como mensajes subliminales más inteligentes y reflexivos, que los emitidos en las cadenas nacionales, que incluyera programas de participación popular, entre otros.
Brotó espontáneamente, como líder en aquel grupo. Nadie lo designó, fue en reconocimiento franco a su talento artístico, respeto a todos y decencia, una categoría humana en extinción desde hace mucho, no solo en nuestro medio.
Nunca había trabajado en la radio, se acercó a ella por azar, era pintor de vallas en el PCC municipal, también había hecho caricaturas, dibujaba, pintaba, era aficionado a las artes plásticas.
Poseía más cultura general integral (se llama así ahora) acumulaba, que el resto de su séquito.
Lector empedernido de grandes autores cubanos y de los imprescindibles escritores universales, era propietario de una amplia colección de discos de música clásica, decía menos malas palabra que los demás.
Las ideas le brotaban constantemente, escuchaba a cualquiera, no trabajaba solo, pero tenía bien marcados a sus más cercanos colaboradores, con los cuales intercambiaba primero y les hablaba siempre mirándole a los ojos.
A pocos les permitía interrumpir el paseo matutino dominical, con su hija y hacerlo abandonar la cola para balancearla, en el único columpio disponible en parque de ¨diversiones¨ más afamado del pueblo.
Echando espumas por la boca, rojo e hinchado como tomate de organoponico, retornaba a la niña a su casa, e iba a trote para la emisora, a dar forma a la anunciada ocurrencia.
Le resultaba más fácil hacerlo de esa manera, que cumplir años de presidio por degollar a su cómplice intruso, decía.
En Radio Granma, convenció a Pachy Naranjo, cuerdas de violines y voces de la Original de Manzanillo, e hizo florecer los jingles en la radio contemporánea cubana.
Fueron en realidad de su factura, los primeros sonados Grandes Premios en los festivales de la Radio Cubana; en aquel momento se daba uno solo. No le importaba aparecer en créditos, lo cedía.
A pesar de eso, es uno de los realizadores del país, que más estímulos acumula en esas fiestas anuales de la creación.
Fue el verdadero delineante, armador del programa Radar 1590, padre del actual mayor informativo del país, Haciendo Radio, colectivo que nunca lo ha visitado, intercambiar o pedirle alguna opinión, en ese sentido sus equipos de realización han sido demasiado altaneros.
Es uno de los dos escritores humorísticos del país, capaz de hacer guiones diarios con éxitos, para programas cotidianos de ese género. Lo sabe y reconoce el tronco de la dinastía Luberta.
Además, posee actualmente inéditos, varios guiones para largometraje de cine y seriales de Televisión, tecleados en su vieja Remington, la abuela de las máquinas de escribir, y escrito al dorso de guiones grabados y en otros tipos de papel.
A dos lustros de iniciado el nuevo siglo, no ha sido bendecido para poder escribir en su casa en Word, no posee computadora.
Nunca ha sido ni nominado para el Premio Nacional de la Radio. Que desliz! Prefiero llamarlo así, para ser benévolo en todos los sentidos, con las autoridades del ICRT que en todos estos años, han regenteado ese y otros asuntos.
El director de CMDF
Néstor López Chávez, un carismático y habilidoso pedagogo, sobrevenido de la ¨vieja guardia¨ de comunistas manzanilleros, era el director en esos tiempos, de aquella emisora.
Nunca he estado convencido, de cómo y porque nombró a Pepe Luis, Jefe de Programación, pero sospecho, que en el nombramiento, no hubo ingenuidad.
Sí estoy convencido, que arriesgó su silla hasta donde nadie es capaz de imaginarlo, debido a razones que no expondré aquí.
El ascendido aceptó, bajo la condición de que lo dejaran hacer añicos aquel esquema de programación, que hacía bostezar, irritaba y provocaba lágrimas.
Su trabajo, logró la magia de una retroalimentación minuto a minuto con el pueblo, en calles, parques, cines, casa de cultura, ómnibus, plaza y hasta en bares y cantinas.
El soberano, decidía lo que realmente deseaba escuchar en su radio, era el termómetro perfecto.
Recuerdo que ante las buenas y malas noticias escuchadas, el director solo hacia una rara contorsión bucal y de hombros, daba vuelta en la mano a tu tabaco, y se encerraba a su oficina, a rezar, darse cocotazos en su cabeza por habernos dejado hacer, a leer, llamar por teléfono para justificar a sus muchachos, o a dar brincos de alegría encima de su gran buró, nadie lo sabe.
Su máxima era, más vale aguantar a unos locos, que empujar a bobos.
Era todo un personaje, nada tonto, aclaro.
Generosidades de los anfitriones
A Manzanillo llegaban, asiduamente, en grupos grandes o pequeños y también individualmente, ilustres visitantes de medios nacionales.
Arribaban, fundamentalmente, en plan de recorrido por lugares históricos del territorio y obviamente, el pueblo les hacía escuchar lo que consideraban, su radio y ante las novedades escuchadas, daban una vuelta por la emisora.
Todos, sin excepción, eran muy bien recibidos y atendidos, un orgullo sano nos hacía comentar las experiencias, que eran deshuesadas, mientras fraternizábamos exponiendo las bondades aromáticas del Ron Pinilla, que junto a la campana de La Demajagua, la glorieta morisca del Parque principal y la Orquesta Original, forman los principales símbolos locales.
El suceso ocurría en populares bares, habitaciones hoteleras y en los paseos en barco por el litoral, degustando las intimidades que habitan en las turbias y fangosas aguas del Golfo de Guacanayabo y en la desembocadura del Cauto.
De esa manera, entre otras, fue llegando a La Habana, lo que estaba ocurriendo en el sitio donde el famoso cantor bohemio, fue a pescar la luna en el mar.
Uruguayo a bordo, parte de la historia real
La entrada al grupo nunca estaba cerrada, no le fue negada a nadie, fue muy amplia, auparon a un extranjero al proyecto, Jorge W. Ibarra Zabaleta.
Sabíamos, que había un recién llegado al pueblo, que era profesor de fútbol en una escuela pedagógica y que visitaba a la emisora de rato en rato, para llevar notas con resultados deportivos.
Una noche, salió a relucir su nacionalidad en un estudio. El locutor que hacia el programa de turno, no deseaba estar atado a ese espacio, estaba urgido de tiempo y con astucia lanzó una propuesta:¿ … porqué si este programa se llama Por los Pueblos de Latinoamérica, no ponemos a hacerlo a ese uruguayo, que juega balompié y a veces viene por aquí?
He pensado, más de una vez, que aquella decisión de Pepe Luis, fue para satisfacer a su amigo, más que por convencimiento de la propuesta.
La medida, fue un movimiento telúrico de mil grados en la silla del Director de la Emisora; una cognición infantil de un adolescente, que luego fue llevada como principal argumento a todos los escenarios de discusión, no lo tumbó del puesto.
Sí fue ¨Tupamaro¨, es revolucionario, si es revolucionario es amigo de Cuba, y si es amigo de Cuba no va a hablar mal de Fidel ante el micrófono,…!, era la explicación.
Así llegó, por vez primera a la radio, en cualquier lugar del mundo, el después legendario Jorge Ibarra, el uruguayo. No existen pruebas, que demuestren lo contrario. Tampoco deseo hacer públicos otros argumentos, que poseemos.
Felizmente, aun estamos con vida quienes fuimos testigos excepcionales de aquella subida a bordo.
He revelado lo anterior, que conocen o recuerdan muy pocos, para realzar las facultades del uruguayo, hombre de pensamiento brillante, rápido, carismático, locuaz, fantasioso, temerario.
Una persona, que por su país de procedencia y necesidad de supervivencia humana y revolucionaria, había escuchado mucha radio.
Nadie en Cuba conoció mejor y más, a ese entrañable amigo, que los manzanilleros y manzanilleras, lo digo sin chovinismo y con herramientas en mis archivos personales.
Ibarra, tomó en aquella escuela lo que le faltaba, recursos técnicos, se le entregaron abiertamente. Él puso, chispa latina.
Posteriormente, fue tentado y triunfó sonadamente desde La Habana, donde era muy apetecido, por algunos funcionarios, que se centraron en la captación del centelleo de una luz, no del sol.
Los manzanilleros, nos enorgullecemos de que Jorge W. Ibarra Zabaleta, trabajara con nosotros, se haya forjado para el medio, realmente allí.
A fin de cuentas, nadie puede hurtar el halo de un hijo, un hermano; él sigue estando en Radio Granma, donde aún permanece íntegro, somos testigos.
Desliz ¿involuntario?
Algunos que han escrito recientes e interesantes textos, con el propósito de actualizar históricamente el desarrollo de la Radio Cubana, no han ilustrado en sus citas, con máximo rigor histórico y convincentemente, el rol desempeñado en la contemporaneidad, por la citada emisora y en particular por José Luis García Barbán.
Por tanto, han caído en lamentables deslices históricos, ¿involuntariamente?
El germen creado en CMDF, Radio Granma, por la aludida generación manzanillera, de jóvenes y niños, liderada por García Barbán, viajó a La Habana y se enriqueció, extendiéndose, al salir de la maleta de viaje de un muy inteligente, aglutinador y hábil funcionario, Juanito Hernández, dígase claramente de una vez y por todas.
Eso es capítulo ineludible, en la historia contemporánea de la Radio Cubana, al igual que Radio Rebelde, que enriqueció aquellas realizaciones y enteró al país, del acontecimiento.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Interesante artículo. Pepe Luis se merece un buen homenaje.

Luis Alberto

Archman dijo...

Recuerdo con mucho orgullo aquellos años en que siendo un adolescente era seguidor (follewer como hoy en día lo son los adolescentes al YouTube o cualquier otra plataforma internacional) de la emisora Radio Granma. Su programación se iba complementando a la vida cotidiana y era como la banda sonora que me acompañaba. Gracias a JOSE Luis Garcia Barban, Pepe como lo conozco de siempre.
Alain Lastres

Unknown dijo...

Acertado y oportuno artículo.Gracias Benito por trear a la actualidad aquella inolvidable etapa de nuestra vida en la cual radio Granma marcó la diferencia y fue la revolucionaria imágen del sonido cómo dice uno de las promociones de Radar 1590 en la voz del propio uruguayo Jorge Ibarra.