
Por: Benito Joaquín Milanés
benitojm.blogspot.com
Con el suspiro entrecortado de los millones de fieles incondicionales dejados atrás en su minúsculo fortín del Caribe, y el repunte en los reprendes por parte de sus calumniadores más extremistas, fanáticos, el equipo cubano de pelota llegó al plató.
El fuego de la caldera en que está actualmente el debutante mentor Antonio Pacheco, y todo su equipo técnico, es alimentado obviamente por la humillante derrota sufrida frente a su similar olímpico de Corea del Sur, resultado donde a las mermas con el madero se sumó la poca puntería de los brazos de los lanzadores.
Era el último partido de preparación y el campeón bajo ningún concepto podía ser irrespetado, todo lo contrario.
Es una justificación esgrimir la Salamanca bandera de que ¨ un equipo no es tan grande cuando gana, ni tan malo cuando pierde ¨. Seamos más realistas.
Los coreanos no solo lograron faltarle el respeto al campeón olímpico, sino que nos hicieron ver que Pacheco desembarcaría con su tropa en Beijing, sin una alineación definida, ni con antídoto a la vista contra zurdos.
También que el novel director carecía de premonición, certeza y decisión a la hora de hacer los cambios con los jugadores de la banca; sus estrategias y tácticas están en entredicho en vísperas de la voz de ¡ A jugar !.
Ganemos o no el torneo olímpico, soy del criterio que nunca debimos dejar el timón olímpico a un manager debutante con nuestra selección grande, es una presión sicológica que aplasta por la responsabilidad y un tenebroso pasaje por el cual ninguno de los otros equipos se arriesgó a andar. ¿Porque nosotros que tanto sabemos de pelota?
Dirigir la nave insignia del deporte cubano, debe ser mucho más que un estímulo.
Como dijera el compañero Fidel en su reflexión El equipo olímpico de pelota, del pasado 16 de julio, en franca alusión a nuestros peloteros: No son ellos, en todo caso, los que merecerían las mayores críticas si algo no salió bien.
Espero que estas líneas también contribuyan a enriquecer la anunciada discusión que sobrevendrá al término de las presentes olimpíadas, acerca de todo lo que tienen que ver con el deporte cubano.
Llegaron al plató sin alineación y humillados por un equipo que nunca les había ganado, pero nuestros peloteros son estrellas, y en la selección predominan guerreros de muchas batallas.
Por ese motivo, pero con mis pulmones a mitad de aire, sigo confiando en ellos.
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Con el suspiro entrecortado de los millones de fieles incondicionales dejados atrás en su minúsculo fortín del Caribe, y el repunte en los reprendes por parte de sus calumniadores más extremistas, fanáticos, el equipo cubano de pelota llegó al plató.
El fuego de la caldera en que está actualmente el debutante mentor Antonio Pacheco, y todo su equipo técnico, es alimentado obviamente por la humillante derrota sufrida frente a su similar olímpico de Corea del Sur, resultado donde a las mermas con el madero se sumó la poca puntería de los brazos de los lanzadores.
Era el último partido de preparación y el campeón bajo ningún concepto podía ser irrespetado, todo lo contrario.
Es una justificación esgrimir la Salamanca bandera de que ¨ un equipo no es tan grande cuando gana, ni tan malo cuando pierde ¨. Seamos más realistas.
Los coreanos no solo lograron faltarle el respeto al campeón olímpico, sino que nos hicieron ver que Pacheco desembarcaría con su tropa en Beijing, sin una alineación definida, ni con antídoto a la vista contra zurdos.
También que el novel director carecía de premonición, certeza y decisión a la hora de hacer los cambios con los jugadores de la banca; sus estrategias y tácticas están en entredicho en vísperas de la voz de ¡ A jugar !.
Ganemos o no el torneo olímpico, soy del criterio que nunca debimos dejar el timón olímpico a un manager debutante con nuestra selección grande, es una presión sicológica que aplasta por la responsabilidad y un tenebroso pasaje por el cual ninguno de los otros equipos se arriesgó a andar. ¿Porque nosotros que tanto sabemos de pelota?
Dirigir la nave insignia del deporte cubano, debe ser mucho más que un estímulo.
Como dijera el compañero Fidel en su reflexión El equipo olímpico de pelota, del pasado 16 de julio, en franca alusión a nuestros peloteros: No son ellos, en todo caso, los que merecerían las mayores críticas si algo no salió bien.
Espero que estas líneas también contribuyan a enriquecer la anunciada discusión que sobrevendrá al término de las presentes olimpíadas, acerca de todo lo que tienen que ver con el deporte cubano.
Llegaron al plató sin alineación y humillados por un equipo que nunca les había ganado, pero nuestros peloteros son estrellas, y en la selección predominan guerreros de muchas batallas.
Por ese motivo, pero con mis pulmones a mitad de aire, sigo confiando en ellos.
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