9.08.2009

Un timo de Cubavisión

Foto: Del autor, tomada de la TV
Eran poco más de las nueve de la noche de un lunes, miércoles o viernes y la anciana Nivia limpiaba sus gafas, mientras escuchaba a su nieta decir: abuela no son tus espejuelos y tampoco la batería de tu prótesis auditiva, lo que están poniendo es así, hasta yo estoy medio mareada con ese televisor que se mueve, las rayitas locas y la muy reiterativa cámara puesta, como si estuviera ¨mirando huecos¨.
Una chancleta se deslizó hacía el piso desde uno de los pies de la señora, quien comenzaba a mecerse lentamente en su sillón, reflejando un creciente malestar. Nivia, se consideraba embaucada, le habían puesto un producto muy distinto al que acostumbraba a ver en ese horario.
La telenovela tiene pautas y convenciones que no se deben violar, y un espacio reservado a ese género debe respetarse, pensaba muy atinadamente, mientras cuidaba que su balanceo no dañara la cola de su envejecido y fiel perro.
Y era cierto. ¿Porqué Cubavisión (¿?) había cedido ¨amablemente¨ en días alternos un segmento de su tira nocturna de más audiencia, para la emisión de algo que por razones de edición y fotografía, resulta una tesis, digna de otro horario y que en cuanto a audio, deja mucho que desear?
A mi juicio, tal decisión es lo peor de todo. No el producto televisivo que se emite, cuyos valores de argumentos son reconocibles y aceptados, sin ese aval, dudo que el elenco de actrices y actores que destellan en sus créditos, se animaran a ubicarse frente a lente alguno.
Lo anterior, no significa que ofrezca mis parabienes al más polémico producto de manufactura nacional que se emite actualmente por la TV Cubana y cuyo nombre está asociado a blanco o centro, (¿?).
Considero también que no hay desborde positivo y creativo, de su innegable talentoso guionista y realizador, quién además, pudo haber hecho historia efectiva, si hubiera recreado a la manera tradicional del ritmo de las telenovelas, las capacidades histriónicas de la nómina que condujo y pagó el Centro Productor de Telenovelas.
Hacer diana en las grandes masas de público por fragosas violaciones de patrones, en nombre de lo distinto y por la complicidad amiga, está muy lejos de haber significado un tiro certero.
No son pocos quienes han pasado al olvido, inmeditamante después del fulgor mediático, de ser pioneros en determinadas creaciones.
Por otra parte, sigue estando mal que el dinero de todos los cubanos sea pagado para producir y emitir productos audiovisuales, que continúen haciendo muy marcado énfasis en imágenes retóricas de la herida capital cubana, de sus edificios, calles, lugares y hasta de personas ruinosas; es como si en Cuba o en La Habana no existieran sitios bellos.
Hablo de balance adecuado de imágenes, la que ven a diario nuestros ojos, no de silenciar fotográficamente la realidad objetiva. Mucho menos reprobarla. Estoy en contra de cualquier extremo.
A fin de cuentas, tenemos bastante con las imágenes reales, pero marcadamente mal intencionadas, que difunden de nuestro país muy poderosas cadenas multinacionales, que sin embargo, reservan para sus espacios de cualquier tipo las más paradisíacas fotografías de sus respectivos países y capitales.
Los cubanos sabemos plenamente de nuestras carencias y el porqué de las cosas, sin embargo, cuando nos exponemos a invitados, tratamos de poner nuestro hogar lo más lindo posible, para que los concurrentes vean que vivimos, en general, de manera humilde, pero decente.
Asimismo, irrita el intelecto de cualquier persona sensata, justificar a Diana como una serie dramatizada de continuidad. Es un ardid insultante.
Conozco a un prestigioso realizador que al ser devaluado su conductor estrella por una reconocidísima comisión nacional de evaluación, lo mantuvo en el aire, argumentando que él no era locutor, sino un DJ; sin embargo le pagaba (la radioemisora) como locutor.
Otra persona conocida y con nivel de jerarquía, quiso quitarle el tono del tic-tac a la emblemática Radio Reloj e incorporarle grabaciones testimoniales en sus boletines de noticias, todo en nombre de lo distinto, nuevo, novedoso. Felizmente, el personaje, tuvo su loquero o loquera, no recuerdo.
Tengo la opinión de que cualquier realizador puede violar normas y códigos en aras de conceptos artísticos personales, lo que no debe permitirse en un país como el nuestro, es que los poseedores y salvaguardas de los medios, paguen y emitan este tipo de producto, en un segmento donde el televidente, los dueños verdaderos de los medios, han convenido de manera cómplice e informal, el tipo de espectáculo que desean ver.

Doña Nivia, emitir a Diana en el segmento de telenovelas, es un timo de Cubavisión que no merecemos, coincidimos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ese es su criterio, absolutista y desacertado. En vez de cuestionar el dinero gastado por Rudy,sería más sano cuestionarse le dinero reiteradamente gastado en bodrios tales como "Hombres de Honor","Mujeres de nadie","Cabocla","Páginas de la Vida", etc, etc, etc.
Y por ultimo aconsejo dos cosas que lea "Espejos" de Pepe Alejandro, para que no me time con comentarios avertrucescos y si no les gusta "DIANA" apague la tele y constribuye al ahorro de energia.