
Arrancó el 2009 y el conteo regresivo hacia el II Clásico Mundial de Béisbol. A ese torneo el equipo cubano irá con la jerarquía de un muy prestigioso subcampeonato, sin el factor sorpresa que anonadó a sus contrarios en el anterior torneo élite y con el lastre psicológico de no haber conquistado la gloria del olimpo.
Sin embargo, asistirá con el estímulo de que el béisbol fue la mejor selección nacional de Cuba en 2008, a pesar de la medalla de plata en los juegos estivales de Beijing.No habrá mayores dificultades para escoger la nómina que nos representará: los olímpicos y algunos de los participantes en el I Clásico a sabiendas de la inminencia e importancia del megaevento a inaugurarse a inicios de la entrante primavera, no están dejando lugar a dudas de sus condiciones deportivas.
Yulieski Gourriel, Alexander Malleta, Alfredo Despaigne, Rolando Meriño, Giorvis Duvergel, Héctor Olivera, Michel Enríquez, Pedro Luis Lazo, Norge Luis Vera, Ariel Pestano, Aroldis Chapman, Vicyohandri Odelin, Yadier Pedroso, Norberto González, Frederick Cepeda y otros así lo confirman.
Osmani Urrutia, Yosvani Peraza, Yuniesky Maya, Isaac Martinez, Yoelvis Fiss, quienes han vestido el uniforme del equipo Cuba, suman guarismos para retomar sus asientos en el avión, esta vez y en principio para México DF.
Por otra parte, Leonys Martín, Yolexis Ulacia, Wilber Pérez y varios jóvenes guerreros están desbordados y hacen sonar sus respectivas trompetas para asistir a la cruzada que se iniciará con la excelsitud del signo zodiacal Aries en las alturas mexicanas.
Mucho más difícil será designar el comandante de la nave. Los responsables tienen ante sí un dilema nada agradable, no poseen muchos nombres para designar porque dirigir el equipo grande de la ínsula no es solo un estímulo moral o político.
Resulta, además, una presión sicológica capaz de dejar sin resuello al más fuerte y capaz por la responsabilidad ante casi once millones de hombres, mujeres, niños y niñas.
Antonio Pacheco, otrora capitán de capitanes con excelentes virtudes personales, no debe volver a subir a la cabina de mando. Resulta evidente que no posee como manager la imaginación que le da a la pelota cubana la gracia universal por la que es elogiada y respetada.
El DT de béisbol además de liderazgo y valentía debe tener fantasía, y él ha demostrado en Cuba y en el extranjero que carece de premonición, certeza y decisión a la hora de hacer cambios con los jugadores de la banca y por si fuera poco, sus estrategias y tácticas han quedado en entredicho para el gran soberano y técnicos, a pesar de haber llevado el pasado año a Santiago de Cuba al título nacional.
No muchos otros pilotos de selecciones que participan en la actual temporada cubana de pelota pudieran ser valorados para hacer el grado.
Esteban Lombillo, del Habana es uno. Manager ganador y exigente. Tiene en su contra el que solo ha visto por la TV a muchos de los jugadores contrarios que asistirán al II Clásico, y no ha podido mirar de cerca los ojos y las tendencias de los directores foráneos, y al megaevento que se avecina no se asiste para enriquecer historia personal.
Eduardo Martín Saura, pudiera ser otro nombre sobre la mesa. Manager ganador y querido por sus discípulos. Respetado localmente por sus conocimientos teóricos en el deporte de las bolas y los strikes, y poco dogmático.
Por sus excelsas virtudes que lo distinguen, es una opción poco despreciable. Los contrarios lo desconocen absolutamente.
El resto de los directores de equipos en la presente Serie Nacional no deben aparecer en ninguna lista de posibles candidatos, a pesar de haber sido en sus respectivos momentos peloteros líderes o estrellas.
Sin embargo, hay dos nombres que no deben faltar a la hora de las determinaciones finales.
Jorge Fuentes y Víctor Mesa, ambos ¨mirones¨ para la selección cubana en los grandes y más recientes eventos internacionales.
Jorge: A solicitud propia está descansando un año, no está enfermo. ¿Estará animado a romper su descanso para hacerse cargo del team Cuba?.
Su palmarés acumulado en más de cuatro lustros dirigiendo equipos de pelota, exhibe más de un millar de sonrisas en Series Nacionales y 10 coronas, además, títulos olímpicos y mundiales. Muchos jugadores, expertos y aficionados lo consideran el mejor manager de Cuba.
Víctor: Atesora la última medalla de oro conquistada por el béisbol cubano en eventos internacionales, titulo ganado en calidad de invicto en Rótterdam, Holanda 2007. Líder entre líderes, en la actualidad está a punto de hacer otro de sus encantamientos y coronarse con un team segundón en una de las ligas del béisbol profesional mexicano.
Sí el baseball no tuviera nombre, tal vez llevaría el suyo. Algunos piensan que si en un equipo de béisbol del planeta hubieran coincidido nueve jugadores como él, las federaciones de béisbol habrían variado inobjetablemente el largo y el ancho de sus terrenos de juego por pequeños.
Manager ganador y de mentalidad ganadora –no es redundancia- hasta con equipos que en nómina no impresionan, aglutinador, impredecible, poco paternalista, capaz de enviar al banco a la estrella más encumbrada por haberse desconcentrado y haber puesto en riesgo a su tropa o por no obedecer una orientación táctica, quimérico, pícaro, controvertido, amado, respetado y admirado por sus simpatizantes y contrarios.
No hay nada en un diamante que él no hubiera hecho, no fuera aún capaz de hacer como un maestro.
Su presumible lado débil es también una gran virtud: gusta de dirigir personalmente su equipo, no le agradan las visitas a su dugouts porque le rompan su diversión de sorprender y sorprender o enturbian, interfieren el trabajo de sus dinámicas neuronas.
Como jugador y director es síntesis de la cubanía de nuestro deporte nacional. No conozco a nadie que no quisiera ver a VM dirigir la selección nacional. ¿Es un loco? Pues, ¡Que vivan los locos!
El II Clásico Mundial será el evento más importante en 2009 para el deporte pasión de los cubanos.
La pelota debe cumplir con su afición, un nuevo tropezón sería letal, los aficionados no lo perdonaría y muchos confiamos en que existe talento para librar dignamente esa batalla.
Ojalá que la designación del manager del equipo Cuba se realice con la anticipación debida y sea él quien, con el visto bueno de la Comisión Nacional, convoque a la preselección. Así ocurre en el mundo.
Quizás de esa forma se encauce y se ordene mejor la arriesgada decisión de detener la Seria Nacional en el juego 54 para acuartelar a los toleteros y escopeteros y correr el riesgo de sobrecargarlos de entrenamiento.
La experiencia en el Clásico anterior fue otra, y así lo confirmaron en Puerto Rico y Estados Unidos los jugadores cubanos, japoneses y coreanos, quienes llegaron a San Juan con las zapatillas sucias por haber permanecido jugando hasta horas antes de su llegada a la isla del encanto, en sus respectivas ligas.
¿Quién será el Comandante de la nave cubana en el II Clásico Mundial?
En el mundo moderno la dirección es colectiva y colegiada, pero la responsabilidad sigue siendo única y no solo términos jurídicos.
Trazar estrategias colectivas de juego en base a la ¨información¨ que se tenga del equipo contrario, de sus jugadores y exponerla ante los peloteros que participarán en el encuentro subsiguiente evita improvisaciones, pero no significa que cualquiera pueda dirigir un equipo de pelota, y muchos menos que muchos decidan en que momento tocar la bola, mandar a robar una base o cuando indicar un boleto intencional, seria una locura.
El béisbol es muy rico en maniobras, modos de actuar, ningún juego es igual a otro, y por tanto el manager además de valiente e inteligente, debe ser sagaz y avispado. No concibo a un gélido nórdico al frente de un equipo de pelota.
A mi juicio Ernesto Lombillo, Eduardo Martín, Jorge Fuentes o Víctor Mesa, resultan los principales nombres a considerar.
Dado a lo sensible del tema para los cubanos, no creo que alguien se aventure a improvisar en ese sentido, los corazones de los aficionados claman y exigen a deportistas y funcionarios la reivindicación del béisbol nacional en la arena internacional.
Un aterrizaje en La Habana sin reeditar o haber superado la anterior épica hazaña de nuestra selección mayor en el I Clásico Mundial, será difícil para cualquier piloto, en las peores condiciones meteorológicas.
Sin embargo, asistirá con el estímulo de que el béisbol fue la mejor selección nacional de Cuba en 2008, a pesar de la medalla de plata en los juegos estivales de Beijing.No habrá mayores dificultades para escoger la nómina que nos representará: los olímpicos y algunos de los participantes en el I Clásico a sabiendas de la inminencia e importancia del megaevento a inaugurarse a inicios de la entrante primavera, no están dejando lugar a dudas de sus condiciones deportivas.
Yulieski Gourriel, Alexander Malleta, Alfredo Despaigne, Rolando Meriño, Giorvis Duvergel, Héctor Olivera, Michel Enríquez, Pedro Luis Lazo, Norge Luis Vera, Ariel Pestano, Aroldis Chapman, Vicyohandri Odelin, Yadier Pedroso, Norberto González, Frederick Cepeda y otros así lo confirman.
Osmani Urrutia, Yosvani Peraza, Yuniesky Maya, Isaac Martinez, Yoelvis Fiss, quienes han vestido el uniforme del equipo Cuba, suman guarismos para retomar sus asientos en el avión, esta vez y en principio para México DF.
Por otra parte, Leonys Martín, Yolexis Ulacia, Wilber Pérez y varios jóvenes guerreros están desbordados y hacen sonar sus respectivas trompetas para asistir a la cruzada que se iniciará con la excelsitud del signo zodiacal Aries en las alturas mexicanas.
Mucho más difícil será designar el comandante de la nave. Los responsables tienen ante sí un dilema nada agradable, no poseen muchos nombres para designar porque dirigir el equipo grande de la ínsula no es solo un estímulo moral o político.
Resulta, además, una presión sicológica capaz de dejar sin resuello al más fuerte y capaz por la responsabilidad ante casi once millones de hombres, mujeres, niños y niñas.
Antonio Pacheco, otrora capitán de capitanes con excelentes virtudes personales, no debe volver a subir a la cabina de mando. Resulta evidente que no posee como manager la imaginación que le da a la pelota cubana la gracia universal por la que es elogiada y respetada.
El DT de béisbol además de liderazgo y valentía debe tener fantasía, y él ha demostrado en Cuba y en el extranjero que carece de premonición, certeza y decisión a la hora de hacer cambios con los jugadores de la banca y por si fuera poco, sus estrategias y tácticas han quedado en entredicho para el gran soberano y técnicos, a pesar de haber llevado el pasado año a Santiago de Cuba al título nacional.
No muchos otros pilotos de selecciones que participan en la actual temporada cubana de pelota pudieran ser valorados para hacer el grado.
Esteban Lombillo, del Habana es uno. Manager ganador y exigente. Tiene en su contra el que solo ha visto por la TV a muchos de los jugadores contrarios que asistirán al II Clásico, y no ha podido mirar de cerca los ojos y las tendencias de los directores foráneos, y al megaevento que se avecina no se asiste para enriquecer historia personal.
Eduardo Martín Saura, pudiera ser otro nombre sobre la mesa. Manager ganador y querido por sus discípulos. Respetado localmente por sus conocimientos teóricos en el deporte de las bolas y los strikes, y poco dogmático.
Por sus excelsas virtudes que lo distinguen, es una opción poco despreciable. Los contrarios lo desconocen absolutamente.
El resto de los directores de equipos en la presente Serie Nacional no deben aparecer en ninguna lista de posibles candidatos, a pesar de haber sido en sus respectivos momentos peloteros líderes o estrellas.
Sin embargo, hay dos nombres que no deben faltar a la hora de las determinaciones finales.
Jorge Fuentes y Víctor Mesa, ambos ¨mirones¨ para la selección cubana en los grandes y más recientes eventos internacionales.
Jorge: A solicitud propia está descansando un año, no está enfermo. ¿Estará animado a romper su descanso para hacerse cargo del team Cuba?.
Su palmarés acumulado en más de cuatro lustros dirigiendo equipos de pelota, exhibe más de un millar de sonrisas en Series Nacionales y 10 coronas, además, títulos olímpicos y mundiales. Muchos jugadores, expertos y aficionados lo consideran el mejor manager de Cuba.
Víctor: Atesora la última medalla de oro conquistada por el béisbol cubano en eventos internacionales, titulo ganado en calidad de invicto en Rótterdam, Holanda 2007. Líder entre líderes, en la actualidad está a punto de hacer otro de sus encantamientos y coronarse con un team segundón en una de las ligas del béisbol profesional mexicano.
Sí el baseball no tuviera nombre, tal vez llevaría el suyo. Algunos piensan que si en un equipo de béisbol del planeta hubieran coincidido nueve jugadores como él, las federaciones de béisbol habrían variado inobjetablemente el largo y el ancho de sus terrenos de juego por pequeños.
Manager ganador y de mentalidad ganadora –no es redundancia- hasta con equipos que en nómina no impresionan, aglutinador, impredecible, poco paternalista, capaz de enviar al banco a la estrella más encumbrada por haberse desconcentrado y haber puesto en riesgo a su tropa o por no obedecer una orientación táctica, quimérico, pícaro, controvertido, amado, respetado y admirado por sus simpatizantes y contrarios.
No hay nada en un diamante que él no hubiera hecho, no fuera aún capaz de hacer como un maestro.
Su presumible lado débil es también una gran virtud: gusta de dirigir personalmente su equipo, no le agradan las visitas a su dugouts porque le rompan su diversión de sorprender y sorprender o enturbian, interfieren el trabajo de sus dinámicas neuronas.
Como jugador y director es síntesis de la cubanía de nuestro deporte nacional. No conozco a nadie que no quisiera ver a VM dirigir la selección nacional. ¿Es un loco? Pues, ¡Que vivan los locos!
El II Clásico Mundial será el evento más importante en 2009 para el deporte pasión de los cubanos.
La pelota debe cumplir con su afición, un nuevo tropezón sería letal, los aficionados no lo perdonaría y muchos confiamos en que existe talento para librar dignamente esa batalla.
Ojalá que la designación del manager del equipo Cuba se realice con la anticipación debida y sea él quien, con el visto bueno de la Comisión Nacional, convoque a la preselección. Así ocurre en el mundo.
Quizás de esa forma se encauce y se ordene mejor la arriesgada decisión de detener la Seria Nacional en el juego 54 para acuartelar a los toleteros y escopeteros y correr el riesgo de sobrecargarlos de entrenamiento.
La experiencia en el Clásico anterior fue otra, y así lo confirmaron en Puerto Rico y Estados Unidos los jugadores cubanos, japoneses y coreanos, quienes llegaron a San Juan con las zapatillas sucias por haber permanecido jugando hasta horas antes de su llegada a la isla del encanto, en sus respectivas ligas.
¿Quién será el Comandante de la nave cubana en el II Clásico Mundial?
En el mundo moderno la dirección es colectiva y colegiada, pero la responsabilidad sigue siendo única y no solo términos jurídicos.
Trazar estrategias colectivas de juego en base a la ¨información¨ que se tenga del equipo contrario, de sus jugadores y exponerla ante los peloteros que participarán en el encuentro subsiguiente evita improvisaciones, pero no significa que cualquiera pueda dirigir un equipo de pelota, y muchos menos que muchos decidan en que momento tocar la bola, mandar a robar una base o cuando indicar un boleto intencional, seria una locura.
El béisbol es muy rico en maniobras, modos de actuar, ningún juego es igual a otro, y por tanto el manager además de valiente e inteligente, debe ser sagaz y avispado. No concibo a un gélido nórdico al frente de un equipo de pelota.
A mi juicio Ernesto Lombillo, Eduardo Martín, Jorge Fuentes o Víctor Mesa, resultan los principales nombres a considerar.
Dado a lo sensible del tema para los cubanos, no creo que alguien se aventure a improvisar en ese sentido, los corazones de los aficionados claman y exigen a deportistas y funcionarios la reivindicación del béisbol nacional en la arena internacional.
Un aterrizaje en La Habana sin reeditar o haber superado la anterior épica hazaña de nuestra selección mayor en el I Clásico Mundial, será difícil para cualquier piloto, en las peores condiciones meteorológicas.
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